Ciudades lentas, donde el bienestar del ciudadano es el primer objetivo a cumplir


El próximo mes de octubre se celebrará  en tres ciudades italianas la Asamblea General 2012 de la organización que promueve el movimiento llamado «Cittaslow» (Ciudad lenta). Este movimiento se inició a finales de los años 90 gracias al empeño del alcalde de un pequeño pueblo de la Toscana que proponía una nueva filosofía en el desarrollo de las ciudades, basado en aumentar la calidad de vida de sus habitantes, estableciendo al ciudadano como centro de las decisiones a tomar, para conseguir que pudieran tener una vida mas sana, cómoda y agradable.

Las ciudades lentas (también llamadas slowcities) proponen un ritmo de vida relajado en contraposición al frenesí con el que cotidianamente se vive en las grandes capitales. Al contrario de lo que podría parecer, para conseguirlo, se promueve el uso de las nuevas tecnologías para mejorar entre otros aspectos la calidad del medio ambiente y del tejido urbano.

Para convertirse en una ciudad lenta y pertenecer a la red internacional se deben cumplir algunos requisitos entre los que destacan que la ciudad tenga menos de 50.000 habitantes, y cuente con una legislación respetuosa con el medio ambiente. Una vez aceptada la entrada en la red se le otorga el distintivo que la diferencia como slowcity, un caracol naranja.

Los objetivos de las ciudades lentas están recogidos en un listado de 50 puntos agrupados en 5 grandes áreas:

  • Objetivos medioambientales, como  mantener la calidad del aire, del agua, reducir la contaminación lumínica o el fomento de nuevas formas de energía.
  • Objetivos en infraestructuras, como fomentar la existencia de espacios verdes, promover el uso de bicicletas o acondicionar el acceso para minusválidos.
  • Objetivos urbanísticos, como promover el mantenimiento, conservación y mejora de las zonas históricas y de alto valor cultural o fomentar el reciclaje.
  • Objetivos en productos locales, como mantener un registro actualizado de los bienes de producción local y los productores, o llevar a cabo políticas para fomentar la agricultura ecológica.
  • Objetivos de hospitalidad, como ofrecer señalización multiidioma para visitantes o promover eventos para animar a los lugareños a participar plenamente en la vida comunitaria.

En España también contamos ya con unas cuantas ciudades lentas que podemos visitar, y disfrutar de ellas, eso sí, sin prisas.