Desde un punto de vista más social, la presencia de vehículos autónomos puede traer importantes ventajas asociadas:
- Mejora de la seguridad vial, ya que la mayor parte de los accidentes son producidos por el factor humano (cansancio o estrés), factores que no aparecen en un entorno de vehículos autónomos, y además, la información con la que contarán estos vehículos, les permitirá tomar las mejores decisiones en décimas de segundo, lo que evitará accidentes y choques, consiguiendo una importantísima mejora de la seguridad vial en las carreteras.
- Reducción de la contaminación, ya que la información obtenida por los sistemas de conectividad permitirán a los vehículos realizar siempre sus trayectos por las mejores rutas, evitando zonas con tráfico más congestionado, y consiguiendo tener un flujo más regular de tráfico por toda la red viaria.
- Mejora de la eficiencia energética, debida a que la conducción automática permitirá que el vehículo circule a una velocidad óptima en cada momento, evitando acelerones y frenazos, lo que conllevará una importante reducción de combustible. Igualmente, la aparición de vehículos autónomos potenciará el fenómeno del car-sharing, y de la optimización de recursos, lo que tendrá un importante beneficio asociado.
- Facilitar la movilidad de colectivos con problemas, como disminuidos físicos o ancianos, que de esta forma podrán desplazarse a los lugares deseados sin ningún problema.
Desde un punto de vista individual, la presencia de vehículos autónomos puede suponer además que las personas puedan emplear el tiempo que hasta ahora utilizaban en conducir en realizar tareas más productivas, lo que sin duda supone una importante ventaja.
Es cierto que habrá colectivos, como pasa siempre con estas innovaciones, que puedan verse perjudicados. En este caso, el sector de los transportistas, taxis o conductores de autobús verán peligrar sus puestos de trabajo, porque lo que sí que parece obvio es que, ocurrirá antes o después, pero esta tecnología ha llegado para quedarse.