En los últimos tiempos estamos viendo la proliferación de iniciativas que buscan persuadir a los vehículos para que vayan a la velocidad adecuada con medios que buscan simular el paso de niños, como en la imagen que acompaña el artículo, o baches – que luego no son tales – en las carreteras.
¿Hasta qué punto son efectivos estos sistemas, o acaban siendo contraproducentes?
Por una parte, se podría alegar que el primer efecto sorpresa puede llevar a los conductores a extremar su precaución, reducir su velocidad y tener cuidado por el efecto visual que tienen al ver niños a lo lejos que cruzan.
Sin embargo, estas medidas pueden ocasionar a medio plazo más problemas que otra cosa:
- 1.- Hacen que el conductor tenga que desviar su vista de la carretera ante un elemento extraño que reconoce como conocido (unos niños), pero dentro de un contexto raro, lo que aumenta su posible despiste.
- 2.- Si estos efectos persisten, pueden ocasionar el efecto contrario: que el conductor se acostumbre a estos elementos, no haga caso, y luego cuando pase un peligro real tampoco extreme la precaución que debería.
Por lo tanto, la mejor medida siempre es la de informar a los conductores, pero con las señales adecuadas y oficiales, de forma que se avisa, se informa, pero no se despista.
Imágenes y experimentos como el de la foto, son graciosos de ver, pero no parece una buena solución para mejorar la seguridad vial.