En los últimos tiempos ha aflorado un interesante debate sobre si determinados elementos que, en teoría, deberían hacer más segura la conducción (vías más anchas, señales y semáforos) no acaban ocasionando el efecto contrario, debido a que los conductores se confían, aumentan su velocidad media en estas zonas, y acaban teniendo un mayor peligro.
Nuestra opinión es muy clara al respecto: Hay que buscar los medios que objetivamente ofrezcan mayor seguridad (por tanto, a favor de vías anchas), y luchar con todos los mecanismos posibles (radares o cámaras) con aquellos que incumplen las medidas de seguridad.
En la línea del debate anterior, leemos en la web de la BBC que en Reino Unido se están eliminando en determinadas vías las líneas blancas centrales delimitadoras del límite de las mismas, con muchos expertos a favor de esta medida por la consiguiente reducción de velocidad que ocasiona en los conductores, al percibir un mayor peligro.
Los primeros ensayos para eliminar la línea blanca central de las carreteras se llevaron a cabo en el Reino Unido hace más de 10 años, pero recientemente se han vuelto a producir.
Se ha comprobado que, en aquellas zonas donde se han eliminado, se ha reducido significativamente la velocidad de los vehículos, aumentando la concentración de los conductores. Esto es debido a que los conductores tienen menor sensación de seguridad al no estar delimitados los límites, lo que lleva a extremar su precaución.
A pesar de que es posible que a corto plazo este aumento de la atención produzca una reducción del número de accidentes y muertes, desde luego no es el camino para mejorar la seguridad.
Aumentar la comodidad del conductor pero, exigir el cumplimiento de las normas establecidas, debe ser la línea a seguir para conseguir un modelo sostenible a medio plazo.