Pocas cosas resultan tan frustrantes cuando se va en coche por una ciudad que encontrarse varios semáforos en rojo de forma consecutiva, de manera que el recorrido se convierte en una sucesión de acelerones y frenazos que acaba desesperando al conductor, y ocasionando un consumo extra de combustible innecesario.
Precisamente para evitar esto, se está desarrollando en Newcastle un proyecto piloto en el que los semáforos (de momento 20 semáforos concretos de la ciudad) sean capaces de avisar a los vehículos (14 vehículos con la tecnología necesaria, en el piloto) de la velocidad óptima a la que deben de circular para poder tener en todo momento en verde los siguientes semáforos.
De esta forma, se consiguen evitar los atascos, realizar una conducción mucho más eficiente (a menos velocidad, y sin acelerones y frenazos), y en definitiva, conseguir un tráfico más fluido y eficaz. La idea muestra un poco cómo tiene que ser el futuro del transporte, con información personalizada a los usuarios que redunde en el bien común del tráfico, y un uso de la tecnología de comunicación V2I realmente útil.
Igualmente, poder gestionar telemáticamente todos estos sistemas puede permitir dar prioridad a los servicios de emergencia en cualquier circunstancia, adaptando la velocidad de los otros vehículos, de forma que en todo momento hay un tráfico fluido, que se adapta a las circunstancias requeridas.