Interesante el artículo que leemos en Wired donde se reflejan las conclusiones del estudio realizado por el IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers) a más de 200 expertos del sector, que están convencidos de que la mayoría de vehículos de dentro de 20 años no tendrán ya retrovisores, bocina ni frenos de emergencia, y que un poco después ya no contarán ni siquiera con un volante o pedales para acelerar o frenar.
Según toda las previsiones, en un futuro muy cercano los humanos serán mucho peores conductores que las máquinas, con lo cual no tiene sentido ofrecernos la posibilidad.
La verdad es que técnicamente vemos cómo los diferentes fabricantes cada día se van acercando más al vehículo autónomo, con sus innovaciones en la línea de control de carril, asistencia al aparcamiento o reconocimiento de peatones, aunque todavía hay muchos aspectos – legislativos, formativos y sociales – que se deben cumplir con anterioridad al despliegue real de vehículos sin conductores.
Este importante cambio de paradigma de conducción va a suponer también un rediseño completo de los vehículos (en el cual ya está trabajando Google con su propuesta integral autónoma), que ya no tendrán las imposiciones actuales relacionadas con la conducción, pudiendo adoptar formas más eficaces.
El verdadero asunto a resolver es garantizar la seguridad absoluta del vehículo en cualquier situación, ante cualquier contingencia, y contra posibles ataques, lo cual es menos trivial de lo que parece, y va a convertirse en el principal problema a solucionar para garantizar el éxito de estos vehículos.