Los radares, a pesar de su mala fama, contribuyen a tener unas carreteras más seguras


Muchas personas ven en la proliferación de radares que captan el exceso de velocidad en las carreteras un mero método de sanción y recaudación, sin tener en cuenta los verdaderos motivos por los que son instalados.

No debemos olvidar que la finalidad última de estos dispositivos es aumentar la seguridad mediante el cumplimiento de las normas de límite de velocidad. El control y disciplina de la velocidad tiene un objetivo preventivo y concretamente se persigue:

  • Reducir drásticamente los excesos de velocidad.
  • Reducir la velocidad media de circulación en carretera.

  • Reducir el número de víctimas mortales.

  • Poder destinar a los agentes a otras labores distintas a las de control de velocidad.

En el marco de la XII edición del Congreso Español de ITS, Ana Luz Jiménez Ortega, Directora del Centro de Gestión del Tráfico del Suroeste, realizó una exposición sobre la evolución de la accidentalidad en el entorno de puntos de control de velocidad de la que podemos destacar algunas consideraciones muy interesantes.

Según datos de la DGT de 2010, se ha logrado una reducción en un 55% de los fallecidos en accidente de tráfico y del 55% de los heridos graves en relación con el año 2001. A ello han colaborado distintas actuaciones llevadas a cabo como el carnet por puntos, la modificación del código penal, la concienciación y formación a los conductores y la implantación de nuevos puntos de control de velocidad.

En España existen actualmente 866 puntos de control de velocidad los cuales han permitido tramitar en el año 2011 más de un millón de denuncias. Para ilustrar cómo afecta la implantación de radares a la reducción de la accidentalidad y siniestralidad, mostró los datos de 2 tramos en sendas carreteras andaluzas que han sido objeto de estudio.

  • Caso 1: El primer tramo (de 2 Km) situado en la SE-30 arrojaba unos datos en 2006 previos a la implantación del control de velocidad de 12 accidentes en ese mismo año, ninguno de ellos con víctimas mortales. El 58 % de los accidentes fue por alcance entre vehículos y el 42 % restante por salida de la vía. En la mitad de esos 12 accidentes la velocidad excesiva fue un factor concurrente. En 2007 se instaló el control de velocidad. Pues bien, los datos acumulados desde 2007 hasta 2011, es decir, la suma de los cuatro años ofrece que el número de accidentes totales han sido 16 (también sin víctimas mortales). De estos accidentes el exceso de velocidad ha sido factor concurrente en poco más de un 30 %.

  • Caso 2: En el segundo tramo (de 2 Km) situado en la A-49 en datos de 2006 previos a la instalación del control, se produjeron 10 accidentes con una víctima mortal y cuatro heridos graves. En todos ellos la velocidad inadecuada fue factor concurrente. De la misma manera, en 2007 se instaló el control de velocidad. Los datos acumulados desde 2007 hasta 2011 sumados, arrojan una cifra de únicamente 10 accidentes en total y en ninguno hubo que lamentar víctimas mortales y solo un herido grave.

El análisis de estos datos permite colegir que el uso de estos dispositivos afecta muy positivamente a la seguridad de los tramos en los que están operativos. Es evidente que no pueden ser la única vía para la reducción de los accidentes y las víctimas en nuestras carreteras, entre otras cosas porque es imposible implantarlos en toda la red. La innovación tecnológica en vehículos e infraestructuras, la educación vial y el respeto a las normas de circulación son elementos en los que se debe seguir haciendo hincapié. Mientras tanto, medidas como ésta, a la luz de los datos, pueden mejorar significativamente nuestra seguridad en la carretera.